Una fina Luna creciente se esconde tras Castro del Río, Espejo y Montemayor. Tres pueblos de la Campiña cordobesa.
Primero sobre cada uno y al final, sobre los tres al mismo tiempo.
Desde un lugar privilegiado en el que se dominan los tres pueblos alineados y además coinciden con la alineación de la puesta de la Luna de vez en cuando.
En el vídeo hay algunas fotos con Luna llena, también sobre estos mismos pueblos.
La música es una canción de Passenger titulada "Let her go" (Déjala ir).
Me gustó la música y el título. Me recordaba a la Luna en su caminar diario alrededor de la Tierra, a la que todos admiramos, pero tenemos que "dejarla ir" siguiendo su camino lunático, pero acompañándonos en el día a día, noche a noche, mes a mes...
Luna creciente Castro, Espejo y Montemayor from Juan A. Bafalliu Catalá on Vimeo.
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La magia de la noche
De día, la atmósfera de la Tierra nos encierra en nuestro propio planeta y solo nos permite la visión del Sol y a veces, de nuestra Luna, en las fases en las que se puede ver durante el día.
Si está nublado y llueve, podremos disfrutar de los bellos momentos que nos regala un buen cielo nuboso y el cúmulo de sensaciones de la lluvia: recogimiento, olor a tierra mojada, el sonido del agua corriendo...
De noche, todo toma otra dimensión. Incluso con nubes y lluvia, todo es diferente, mágico.
Pero sobre todo, estas sensaciones crecen cuando el cielo nocturno se muestra tal cual, desnudo ante nuestros ojos.
Lejos de luces de poblaciones, aparece el resto de nuestro universo cercano, las estrellas que llenan los cielos de nuestra nave espacial: La Vía Láctea.
También se puede ver alguna otra galaxia cercana, como Andrómeda. Y desde el hemisferio Sur, las Nubes de Magallanes.
El resto de lo que vemos está dentro de nuestra galaxia. Para ver más allá, hay que usar instrumentos como los telescopios. Nuestra visión humana, no da más de sí.
En verano, en el hemisferio norte, se puede disfrutar de estos fabulosos cielos, pues se dan unas condiciones muy buenas.
El calor invita a salir de noche a respirar aire fresco y descubrir el arco de la Vía Láctea y sobre todo el centro de la galaxia moviéndose por el horizonte Sur.
Ya en Primavera se puede disfrutar del espectáculo nocturno estrellado, pero hay que trasnochar bastante. La imagen de arriba la tomé en Marzo a las cinco de la madrugada, con la Vía Láctea recién despegando por el horizonte.

Un mes antes, aún en invierno, algunas noches resultan especialmente amables en temperatura y cielos, sobre todo si además coincide en fin de semana... Pero la Vía Láctea todavía no se deja ver. Aquí todavía domina Tauro con sus Pléyades e Hyades, y Orión.

Aunque los cielos siguen teniendo mucho atractivo. En este caso con la Luna en fase gibosa creciente.

Aún en invierno, La Tierra sigue girando con el Universo.


Los almendros silvestres en flor decoran la noche de final de Febrero-principio de Marzo.


Las noches de invierno mueven las nubes y el Universo.
La Primavera estalla en noches de Luna llena sobre la Córdoba califal, como lo hacía en los Cuentos de las mil y una noches.

Entre sus muros de piedra, duermen multitud de historias.
Llega la época de la cosecha, y el calor empieza a dominar tierras, cielos y cuerpos.

La Vía Láctea se hace dueña del cielo nocturno.

A veces, planetas y satélites coinciden a nuestros ojos terrícolas.


La última puesta de Sol de la primavera coincide con el Solsticio de Junio.

Poco después llega la primera Luna llena del verano.

El Sol de los primeros días del verano, se despide de la campiña cordobesa.

Venus y Júpiter se abrazan en el crepúsculo sobre el trigo cosechado.

El calor se hace notar y reseca la laguna.

Al final, solo queda la noche iluminada por los millones de estrellas de nuestra galaxia.
Si está nublado y llueve, podremos disfrutar de los bellos momentos que nos regala un buen cielo nuboso y el cúmulo de sensaciones de la lluvia: recogimiento, olor a tierra mojada, el sonido del agua corriendo...
De noche, todo toma otra dimensión. Incluso con nubes y lluvia, todo es diferente, mágico.
Pero sobre todo, estas sensaciones crecen cuando el cielo nocturno se muestra tal cual, desnudo ante nuestros ojos.
Lejos de luces de poblaciones, aparece el resto de nuestro universo cercano, las estrellas que llenan los cielos de nuestra nave espacial: La Vía Láctea.
También se puede ver alguna otra galaxia cercana, como Andrómeda. Y desde el hemisferio Sur, las Nubes de Magallanes.
El resto de lo que vemos está dentro de nuestra galaxia. Para ver más allá, hay que usar instrumentos como los telescopios. Nuestra visión humana, no da más de sí.

El calor invita a salir de noche a respirar aire fresco y descubrir el arco de la Vía Láctea y sobre todo el centro de la galaxia moviéndose por el horizonte Sur.


Un mes antes, aún en invierno, algunas noches resultan especialmente amables en temperatura y cielos, sobre todo si además coincide en fin de semana... Pero la Vía Láctea todavía no se deja ver. Aquí todavía domina Tauro con sus Pléyades e Hyades, y Orión.

Aunque los cielos siguen teniendo mucho atractivo. En este caso con la Luna en fase gibosa creciente.

Aún en invierno, La Tierra sigue girando con el Universo.


Los almendros silvestres en flor decoran la noche de final de Febrero-principio de Marzo.


Las noches de invierno mueven las nubes y el Universo.

La Primavera estalla en noches de Luna llena sobre la Córdoba califal, como lo hacía en los Cuentos de las mil y una noches.

Entre sus muros de piedra, duermen multitud de historias.



La Vía Láctea se hace dueña del cielo nocturno.

A veces, planetas y satélites coinciden a nuestros ojos terrícolas.


La última puesta de Sol de la primavera coincide con el Solsticio de Junio.

Poco después llega la primera Luna llena del verano.

El Sol de los primeros días del verano, se despide de la campiña cordobesa.

Venus y Júpiter se abrazan en el crepúsculo sobre el trigo cosechado.

El calor se hace notar y reseca la laguna.

Al final, solo queda la noche iluminada por los millones de estrellas de nuestra galaxia.
Paseando por la campiña
La Campiña Cordobesa puede parecer monótona con sus mares de olivos.
Es lo que más abunda, pero la campiña es mucho más que un océano de olivar.
Infinitos rincones llenos de una inmensa y variada belleza que invitan a pararse y disfrutar de sus colores, sus olores... que invita a adentrarse en sus recovecos llenos de arroyos, colinas, lomas, cortijos, cortijillos, amaneceres, puestas de Sol...
Naturaleza y humanidad que van de la mano, aunque a veces se eche de menos un poco más de Naturaleza en esa humanidad.

Suaves colinas de verde trigo recién nacido, jugueteando con las nubes y un camino que los une a todos y los conduce hacia nuevos horizontes.

Colores, verdes, blancos, luces y sombras se mecen sobre los campos, llenando la tierra de vida y de inmensa belleza.

Atardeceres eternos, plácidos... que llenan el aire de colores que transmiten paz, tranquilidad, sosiego...

Invierno frío y duro, que renace con vientos que traen esperanza de primavera y de buenas cosechas.

Castillos que emergen sobre las suaves colinas, como cuentos de hadas que hacen volar la imaginación.

Soledades de tiempos pasados en los que solo quedan recuerdos. A veces agradables, otros muy amargos.

Nuevos sistemas de cultivo que hacen más llevadera la dura vida del campo.

Horizontes que acompañan, unen y separan, alejan y acortan.
Diversidad.

Primeros brotes de primavera en mitad del invierno.

Sombras al mediodía de primeros de Enero.

Campiña, sierra y hombre.

Orígenes.

Orden y color. Modernidad.

Como orugas, procesionarias, ciempiés... adaptándose a las irregularidades del terreno.

Sol, tierra, aire, nubes, agua.

Esencia.

La vida en el campo; tan lejos y tan cerca...
Más fotos, pinchando AQUÍ
Es lo que más abunda, pero la campiña es mucho más que un océano de olivar.
Infinitos rincones llenos de una inmensa y variada belleza que invitan a pararse y disfrutar de sus colores, sus olores... que invita a adentrarse en sus recovecos llenos de arroyos, colinas, lomas, cortijos, cortijillos, amaneceres, puestas de Sol...
Naturaleza y humanidad que van de la mano, aunque a veces se eche de menos un poco más de Naturaleza en esa humanidad.

Suaves colinas de verde trigo recién nacido, jugueteando con las nubes y un camino que los une a todos y los conduce hacia nuevos horizontes.

Colores, verdes, blancos, luces y sombras se mecen sobre los campos, llenando la tierra de vida y de inmensa belleza.

Atardeceres eternos, plácidos... que llenan el aire de colores que transmiten paz, tranquilidad, sosiego...

Invierno frío y duro, que renace con vientos que traen esperanza de primavera y de buenas cosechas.

Castillos que emergen sobre las suaves colinas, como cuentos de hadas que hacen volar la imaginación.

Soledades de tiempos pasados en los que solo quedan recuerdos. A veces agradables, otros muy amargos.

Nuevos sistemas de cultivo que hacen más llevadera la dura vida del campo.

Horizontes que acompañan, unen y separan, alejan y acortan.
Diversidad.

Primeros brotes de primavera en mitad del invierno.

Sombras al mediodía de primeros de Enero.

Campiña, sierra y hombre.

Orígenes.

Orden y color. Modernidad.

Como orugas, procesionarias, ciempiés... adaptándose a las irregularidades del terreno.

Sol, tierra, aire, nubes, agua.

Esencia.

La vida en el campo; tan lejos y tan cerca...
Más fotos, pinchando AQUÍ
Sonata de Invierno
Llegó el invierno después de un otoño suave.
Y llegó con una Luna llena que se pudo observar y cazar sin problemas, gracias al buen tiempo, tanto al amanecer como al atardecer, sobre Castro del Río y Espejo.
También llegó la esperada niebla, la que cubre completamente el Valle del Guadajoz, pero deja Espejo suspendido por encima, como si flotase sobre ella en mitad de un océano blanco, con olas mecidas por el Sol naciente.
Miles de fotos para hacer estos dos vídeos time-lapse, en los que el tiempo se acelera para dejar ver el movimiento de La Naturaleza. Algo que se escapa a nuestros ojos humanos.
El primero está acompañado por una de las muchas maravillosas composiciones de Mozart.
El segundo en compañía de María Callas cantando un aria de la ópera Norma de Bellini.
Y llegó con una Luna llena que se pudo observar y cazar sin problemas, gracias al buen tiempo, tanto al amanecer como al atardecer, sobre Castro del Río y Espejo.
También llegó la esperada niebla, la que cubre completamente el Valle del Guadajoz, pero deja Espejo suspendido por encima, como si flotase sobre ella en mitad de un océano blanco, con olas mecidas por el Sol naciente.
Miles de fotos para hacer estos dos vídeos time-lapse, en los que el tiempo se acelera para dejar ver el movimiento de La Naturaleza. Algo que se escapa a nuestros ojos humanos.
El primero está acompañado por una de las muchas maravillosas composiciones de Mozart.
El segundo en compañía de María Callas cantando un aria de la ópera Norma de Bellini.
De Castro del Río a Torreparedones a la vera del Guadajoz
Todos los caminos llegan a Torreparedones, de hecho era la "Roma" más cercana, pero este Camino de Jaén es la ruta más corta para llegar a este yacimiento lleno de historia y de hermosos paisajes.
La carretera parte desde Castro junto al río Guadajoz y discurre a su lado durante unos 12 km.
Los paisajes son muy atractivos y variados. Un camino para hacerlo despacio disfrutando de preciosas vistas.

Los olivos son el principal cultivo, estamos en plena Campiña cordobesa. También se oyen a menudo disparos de cazadores.
En algunas zonas habría que hacer algo para evitar la erosión.

Cortijos, cultivos y bosque de galería cerca del Guadajoz.

Olivos muy jóvenes sobre un mullido lecho verde.
El otoño se deja notar en el paisaje junto a la carretera.
Cortijillos o casillas blancas, rodeados de olivos maduros y otros recién plantados.

Paisaje rural lleno de Naturaleza y vida.

Varias generaciones de olivos conviven para mantener vivos los cultivos.
Estamos en plena época de recogida de aceituna. Este año, la cosecha es pobre, pero algunos olivos mantienen una buena producción.

Caminos que parten de la carretera en dirección al río.

El olivo es el protagonista principal de estos paisajes andaluces.
Nos acercamos al Puente de La Maturra, donde dejaremos la compañía del río.

Algunos tramos de la carretera están algo deteriorados.

Junto al cruce y el puente, hay una casa con vistas en venta...

Olivos junto al puente de la Maturra.
El Guadajoz pasa por debajo del puente en dirección a Castro del Río.

Al lado del bosque de ribera, proliferan los campos de cultivo.

Rincones agradables junto a la venta situada en el mismo cruce.

Por la carretera hacia Cañete de las Torres continúan los bonitos paisajes.

El recinto se ve desde lejos.

Un espeso bosque da la bienvenida al visitante del recinto de Torreparedones.

Una antigua fuente restaurada muy cerca del antiguo poblado.
Un banco para sentarse y admirar el paisaje al lado de la fuente.

A la vuelta, se descubren nuevos paisajes.
Caminos para descubrir nuevos horizontes.

Nuevas tierras.

El paisaje nunca es el mismo. Cambia con las horas, las estaciones...

Cambia con el capricho de las nubes, el Sol, la humedad del aire...

En otoño los colores son más suaves, incluso al mediodía.

Hay casas que se construyen en los árboles.

Y lugares donde descansar y reponer fuerzas tras un agradable paseo de Castro del Río a Torreparedones a la vera del Guadajoz.

La carretera parte desde Castro junto al río Guadajoz y discurre a su lado durante unos 12 km.

Los paisajes son muy atractivos y variados. Un camino para hacerlo despacio disfrutando de preciosas vistas.

Los olivos son el principal cultivo, estamos en plena Campiña cordobesa. También se oyen a menudo disparos de cazadores.

En algunas zonas habría que hacer algo para evitar la erosión.

Cortijos, cultivos y bosque de galería cerca del Guadajoz.

Olivos muy jóvenes sobre un mullido lecho verde.

El otoño se deja notar en el paisaje junto a la carretera.

Cortijillos o casillas blancas, rodeados de olivos maduros y otros recién plantados.

Paisaje rural lleno de Naturaleza y vida.

Varias generaciones de olivos conviven para mantener vivos los cultivos.

Estamos en plena época de recogida de aceituna. Este año, la cosecha es pobre, pero algunos olivos mantienen una buena producción.

Caminos que parten de la carretera en dirección al río.

El olivo es el protagonista principal de estos paisajes andaluces.

Nos acercamos al Puente de La Maturra, donde dejaremos la compañía del río.

Algunos tramos de la carretera están algo deteriorados.

Junto al cruce y el puente, hay una casa con vistas en venta...

Olivos junto al puente de la Maturra.

El Guadajoz pasa por debajo del puente en dirección a Castro del Río.

Al lado del bosque de ribera, proliferan los campos de cultivo.

Rincones agradables junto a la venta situada en el mismo cruce.

Por la carretera hacia Cañete de las Torres continúan los bonitos paisajes.

El recinto se ve desde lejos.

Un espeso bosque da la bienvenida al visitante del recinto de Torreparedones.

Una antigua fuente restaurada muy cerca del antiguo poblado.

Un banco para sentarse y admirar el paisaje al lado de la fuente.

A la vuelta, se descubren nuevos paisajes.

Caminos para descubrir nuevos horizontes.

Nuevas tierras.

El paisaje nunca es el mismo. Cambia con las horas, las estaciones...

Cambia con el capricho de las nubes, el Sol, la humedad del aire...

En otoño los colores son más suaves, incluso al mediodía.

Hay casas que se construyen en los árboles.

Y lugares donde descansar y reponer fuerzas tras un agradable paseo de Castro del Río a Torreparedones a la vera del Guadajoz.
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